Euskaltel Euskadi se nos va. Era un fin anunciado que hoy se ha concretado.
El equipo (con la firma telefónica cómo única patrocinador) ha dicho basta. No
me quiero ni imaginar lo que deben pensar ahora mismo esos cientos de miles
aficionados vascos que aman a su equipo y lo han seguido alguna vez de su vida
por las carreteras norteñas y pirenaicas. Ellos, junto los corredores y todos
los miembros técnicos del equipo son los principales afectados por esta muerte
ya anunciada. A nosotros, los aficionados, sólo nos queda lamentarnos y darles
nuestro pésame. Y utilizo palabras fúnebres porque el pelotón se quedará
huérfano la temporada que viene. Es la pérdida de un ser querido y respetado
tanto por la afición cómo los propios profesionales. 20 años en la carretera
son muchos. Ni la historia ha permitido salvar al equipo más longevo.
Hacía mucho tiempo que se conocía la situación de ahogamiento del equipo.
El cambio de filosofía trayendo corredores extranjeros para seguir estando en
la élite puede haber sido el detonante final. Pero también la falta de apoyo de
las instituciones y empresas privadas en los momentos claves para completar los
9 millones de euros de presupuesto para una temporada. 91 millones menos de lo
que se quiere pagar por un solo jugador de fútbol.
El deporte español se está desvaneciendo. Todas las esperanzas se centran
en los malditos juegos de Madrid, pero por el camino ya hay un reguero de
víctimas importantes. Instituciones y clubes deportivos que ven cómo su futuro
corre serio peligro mientras los que dicen ser amantes del deporte y comunicadores
de él se centran y conforman en tragarse que Messi tiene nauseas y que
Cristiano luce nuevo look. No se dan cuenta del drama que representa que un
equipo como Euskaltel desaparezca. No sólo por la parte profesional sino también
porque afectará a todo el ciclismo vasco y español. Con la desaparición de los
naranjas podría verse seriamente dañado el proyecto de la Fundación Euskadi. El
último trampolín que los chavales tenían para alcanzar el sueño del
profesionalismo. Sin ello no hay esperanza. No hay ilusión. No hay ciclismo.
Sigamos echando la vista atrás en aquel maldito Tour del 98 y todos los
posteriores. No enterremos nunca el tema del dopaje de aquella época...para
qué? ¿Para no apostar por un futuro limpio? ¿Para no apostar por los jóvenes
con proyección? ¿Para no apostar por un estilo de vida? ¿Una pasión?
Para Euskaltel Euskado ya es tarde. La Vuelta España será su despedida y
ojalá los Samuel, Antón, Nieve etc... nos brinden un grandioso espectáculo y se
marchen tocando el cielo ciclista teñido de naranja. El camino hacia él
subiendo las montañas siempre lo ha estado. Y lo seguirá estando. No me cabe la
menor duda. Pero al aficionado vasco le faltará su equipo. Su orgullo. Una
parte de su corazón.
Hace dos años escribí este post después de que Igor Antón ganara la etapa de la Vuelta España que acababa en Bilbao. Sin duda, uno de los momentos más emocionantes de los últimos años.
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